"Contenedor" Óleo sobre tabla DM/i 20x40cm.
Fragmentos de tiempo
Ricardo Plazas entró en el estudio,
se colocó delante del espejo y tras un instante
se colocó delante del espejo y tras un instante
reveló que cada mañana el tenía la misma sensación...
No hay reflejo de uno.
No hay reflejo de uno.
En este espejo solo se mira el tiempo.
Fragmento I
Fragmento II
Fragmento III
Tras un tiempo he vuelto a Pekín.
Esta vez, para siete meses.
El tiempo justo.
Esta vez, para siete meses.
El tiempo justo.
"Pekín 244"
Óleo sobre tabla/i Formato 89x244cm.
Qué loco este mundo trepidante, que a salto de mata te sorprende con la boca abierta.
Qué tormento de vida la de estas gentes, a cuestas con ella y con el incierto futuro.
Futons, barrios obreros de casas bajas, qué vago recuerdo sereis.
Donde hubo vida solamente la memoria duerme.
Trozo de cascote, barro enegrecido, mira como emergen los gigantes... míralo bien!
...porque pronto no habrás sido nada para ellos.
No volveré a ser joven
por Jaime Gil de Biedma
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
de Poemas póstumos. (1968)
de Poemas póstumos. (1968)
Isla minimalista
por Francisco Serradilla
En la definitiva isla,
bajo una cúpula de extraña geometría,
junto al sonido de un sobre que se cierra,
en la isla definitiva, en la paz
definitiva,
sobre la luciérnaga —ya olvidada— del vértigo,
a salvo no del espanto sino
de esa mala tristeza que no es melancolía.
bajo una cúpula de extraña geometría,
junto al sonido de un sobre que se cierra,
en la isla definitiva, en la paz
definitiva,
sobre la luciérnaga —ya olvidada— del vértigo,
a salvo no del espanto sino
de esa mala tristeza que no es melancolía.
En esa definitiva isla sola, a salvo
de la mala tristeza,
que fuera trazo mismo de la desesperanza
al pasar,
una vez visto el hombre y sus constructos,
una vez olvidada la utopía.
de la mala tristeza,
que fuera trazo mismo de la desesperanza
al pasar,
una vez visto el hombre y sus constructos,
una vez olvidada la utopía.
En una isla, tal vez definitiva,
sobre aquella luciérnaga del vértigo – olvidada quizá -,
y dentro del sonido de un sobre que se cierra,
en la desesperanza de los cielos ya rotos,
de la tristeza mala una vez visto el hombre,
sobre aquella luciérnaga del vértigo – olvidada quizá -,
y dentro del sonido de un sobre que se cierra,
en la desesperanza de los cielos ya rotos,
de la tristeza mala una vez visto el hombre,
en esa isla,
una sola memoria,
debajo de una cúpula con la geometría extraña
de un mundo en el que, nunca,
nada de lo que vemos se repite,
nadie de los que vemos se repite.
una sola memoria,
debajo de una cúpula con la geometría extraña
de un mundo en el que, nunca,
nada de lo que vemos se repite,
nadie de los que vemos se repite.
Francisco Serradilla
de Tratado insual del universo.
de Tratado insual del universo.
La isla definitiva
por Francisco Serradilla
En la definitiva isla,
bajo una cúpula de extraña geometría,
junto al sonido de un sobre que se cierra,
en la isla definitiva, en la paz
definitiva,
sobre la luciérnaga —ya olvidada— del vértigo,
a salvo no del espanto sino
de esa mala tristeza que no es melancolía.
bajo una cúpula de extraña geometría,
junto al sonido de un sobre que se cierra,
en la isla definitiva, en la paz
definitiva,
sobre la luciérnaga —ya olvidada— del vértigo,
a salvo no del espanto sino
de esa mala tristeza que no es melancolía.
En esa definitiva isla sola, a salvo
de la mala tristeza,
que fuera trazo mismo de la desesperanza
al pasar,
una vez visto el hombre y sus constructos,
una vez olvidada la utopía.
de la mala tristeza,
que fuera trazo mismo de la desesperanza
al pasar,
una vez visto el hombre y sus constructos,
una vez olvidada la utopía.
En una isla, tal vez definitiva,
sobre aquella luciérnaga del vértigo – olvidada quizá -,
y dentro del sonido de un sobre que se cierra,
en la desesperanza de los cielos ya rotos,
de la tristeza mala una vez visto el hombre,
sobre aquella luciérnaga del vértigo – olvidada quizá -,
y dentro del sonido de un sobre que se cierra,
en la desesperanza de los cielos ya rotos,
de la tristeza mala una vez visto el hombre,
en esa isla,
una sola memoria,
debajo de una cúpula con la geometría extraña
de un mundo en el que, nunca,
nada de lo que vemos se repite,
nadie de los que vemos se repite.
una sola memoria,
debajo de una cúpula con la geometría extraña
de un mundo en el que, nunca,
nada de lo que vemos se repite,
nadie de los que vemos se repite.
Francisco Serradilla
de Tratado inusual del universo.
de Tratado inusual del universo.
El primer día del año,
tras las opulentas mesas
atiborradas de comida,
una lata se abre
en la soledad de un hogar en penumbra.
JSZ
"Lata se sardinas en gris"
Óleo sobre tabla/i 23x29cm
"Cuchara que quita el hambre"
Óleo sobre tabla/i Formato 20x40 cm.
Ahora que nadie nos mira,
ahora que todo el mundo se ha ido,
sobre esta mesa vacía queda tu hambre y el mío.
JSZ
"La cucharilla fina"
Óleo sobre tabla DM/i Formato 40x60 cm.
"Cucharas y platos"
Óleo sobre tabla/i Formato 35x48 cm.
El paseo de Mery
"El paseo de Mery" Invierno 2010
Óleo sobre tabla/i Formato 81x100 cm.
Sus gestos, el tono de voz, las palabras que emplea, todo son pistas que van revelando lo que no se ve. María era así, una mujer llena de bonitos interrogantes para mi.
No la conocía pero sentía lo contrario.
Los primeros días mientras hablábamos tenía la sensación de estar descubriendo un continente... un lugar en el que hacía calorcito. No me equivocaba porque descubrí El Lugar, un paraíso en el que crecían flores enormes y los perros jugaban al dominó en los parques de la ciudad.
Aquel viento suave del sur, con la costa de Marruecos recortada contra el cielo del estrecho, la música de Air, que nos mantenía, junto con las hierbas moras, en una especie de limbo físico e interminable placer... La música y los muchos detalles que a pesar de su sencillez inicial provocaron aquel estado de felicidad hoy los guardo en el recuerdo de forma clara... la primera vez que se rozaron nuestras manos... su pelo oscuro y revuelto de aquellos días al sol en los que todo era no hacer nada.
Nuestras fueron las noche y todas aquellas estrellas que hoy continúan brillando Mery.
Ojos verdes infinitos.
Mery es como mil verdes juntos, transparentes y opacos, vivos y pálidos, verdes como los de un bosque en el verano más luminoso o como el verde del mar cantábrico con su millón de reflejos que vibran y cambian al ritmo de quien los mira.
Un día me encontré con todo esto contenido en un pequeño cuerpo de formas suaves y sencillas. Desde aquel mismo momento fui un hombre y nada fue igual porque viví lo mejor que me ha pasado nunca. Esto es la verdad.
Lo que vives lo vives una vez nada más. Lo vives y pasa. Pero esto es diferente porque nunca termina de pasar. Ni termina ni se apaga ni se hace pequeña la luz... Siento que cada día es aquel día y por ello me siento feliz a tu lado. Eres lo mejor de esta sencilla vida de pintor y quería dedicarte esto que con tanto amor he logrado pintar.
No dejes de quererme nunca.
A Mery, el lugar más maravilloso de la tierra.
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